Plaza San Martín

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La plaza como dominante de la armazón urbana, se encuentra físicamente en el medio del núcleo poblado y constituye un lugar distinto, inolvidable, que no se puede confundir con ningún otro utilizado e intensamente frecuentado.

Seguramente algo parecido pensó Don Eduardo Casey, cuando allá por 1883 imaginó el poblado del Venado Tuerto. Una gran plaza central con 4 manzanas unidas, sin calles que la crucen y sus 4 plazas menores en cada uno de los vértices del damero de diez por diez manzanas que constituyeron el plano fundacional.

Se llamó al principio Plaza Fair –que admite la traducción de Justa o Bella-, rodeada por las calles Cooper, María, Runciman y Hartie (hoy Moreno, 9 de Julio, Belgrano y 25 de Mayo), y fue diseñada por encargo de Casey a su amigo, el Agrimensor Rodolfo Warner. 

Como el corazón de la aldea su espacio tuvo variados usos y su fisonomía ha ido cambiando con el paso de las décadas. 

En aquellos tiempos de la fundación en el sector N.O. (vértice de las actuales calles Moreno y 9 de Julio) se encontraba el pozo de agua y luego el molino, que reparaba Don Sinclair, para los pobladores y la hacienda. En el cuadrante S.E. (Belgrano y 25 de Mayo) había dos canchas de tenis para recreación de los ingleses. Y en sus calles circundantes se jugaba al polo. Para Don Alejandro Estrugamou, primer Juez de Paz, la forestación de la plaza era una gran preocupación. Para ello envió a comprar aromos y eucaliptos a Rosario, con las vagonetas de Don Juan Luratti. Durante tres años las plantaciones se secaron o los animales las destruyeron, por lo que Estrugamou decidió alambrar la plaza y colocar unos molinetes de madera en las esquinas. Y decidió, también, sumar la presencia de un placero. La crónica cuenta que ese trabajo recayó en su baqueano de confianza, Viterman Moyano, quien sería el primer cuidador de la plaza. Un hombre de color, un hombre negro que merece rescatarse en la memoria del pueblo. 

La plaza, como pulmón verde de la ciudad, nos regala sus diferentes especies vegetales, centenarios eucaliptos plantados por Alejandro Estrugamou, jacarandas, ibirapitás, lapachos, magnolias, palmeras, palos borrachos, algunas variedades de coníferas, ceibos y las siempre tentadoras moreras, entre otros árboles que van dando sus notas de colores y aromas en distintos momentos del año. También está ahí el más significativo, un retoño del histórico Pino de San Lorenzo

Cambió su nombre original a Plaza San Martín y en 1951 se levantó en su centro el monumento más importante, el del Libertador. Más de una década antes, en 1939, la comunidad le rendía honores a su fundador con el monumento a Eduardo Casey. Para festejar el cincuentenario se erigió una Pirámide frente a la Catedral y claro, no podían faltar el Monumento al Venadito Tuerto y el busto del Maestro Cayetano Silva, autor de la Marcha San Lorenzo.